‘Llamemos a Maura’

JoséMaría Aznar está haciendo una magnífica labor al frente de Faes. Las publicaciones de la fundación, las jornadas y las mesas redondas son muy interesantes. Este hombre podría vivir divinamente, y se conservaría igual de joven, dedicado a dar conferencias, a asesorar empresas y a publicar libros. Pero se ha empeñado en llevar sobre los hombros a España y a todos los españoles. Quiere ser un político del presente al mismo tiempo que se aprecia a sí mismo en perspectiva histórica. Así está él de estresado. Por mor del estrépito que despiertan sus apariciones, al final nadie ha reparado en que ayer Aznar presentaba las biografías editadas por la Faes de los grandes líderes conservadores del Siglo XIX: Cánovas, Maura y Silvela. De los tres, el preferido de Aznar es Antonio Maura, un hombre vehemente, altivo, que disciplinó al partido y que desataba tantas pasiones como él mismo. «Maura sí, Maura no» fue un estribillo de la España de la época. En 2009, la fundación editó un libro titulado Antonio Maura, en el aniversario del Gobierno largo, de varios autores. En el prólogo, Aznar elogiaba a su antecesor en la Presidencia del Gobierno «por sus profundas convicciones en la fortaleza de la nación española» y recordaba que después de abandonar el poder, «la nación misma recurrió a él en sucesivas ocasiones cuando las cosas pintaban mal. Llamemos a Maura fue un recurso socorrido en tiempos de crisis». El ex presidente lamentaba asimismo que «el impulso regenerador y reformista de Maura fue víctima de la intransigencia de unos, la venalidad de otros y el radicalismo de las izquierdas antisistema». Es decir, que hablaba de Maura, pero como si estuviera hablando de sí mismo.

Llamemos a Aznar. Nada le gustaría más al ex presidente que éste fuera el grito de esos españoles para los que dice hablar «en tiempos de crisis». Como ahora. Sin embargo, ese grito se escucha más bien poco. Particularmente en su partido sólo se han producido susurros llamando a Aznar. Cosa lógica, puesto que se retiró de forma voluntaria, sin que nadie le obligara. Al PP le parece estupendo que se dedique a guardar las esencias del centroderecha español en los anaqueles de la Faes, pero si quiere pasar de los libros a los hechos, eso ya es otra cosa. Aznar ha querido despertar de la siesta al Gobierno y a quien ha despertado es a los que le quieren y a los que le odian. Durante una semana entera no se ha hablado de otra cosa. Qué más quisiera Mariano Rajoy que conseguir que todo el mundo hablara de él una semana entera con esa pasión. O igual no. Igual el presidente del Gobierno lo que quiere es precisamente que no se hable de él. Ni para bien ni para mal.

Rajoy no se ha defendido, pero alguien lo ha hecho por él. Su amigo JesúsPosada, presidente del Congreso, que es probablemente el único dirigente del PP capaz de compartir tribuna con Aznar y darle la réplica sin que parezca que le da la réplica. A lo mejor Posada prefiere a Francisco Silvela. Se dedicaba a lo mismo, pero no desataba tantas pasiones.